
#CONOZCAMOS A CLAUDIA GARCÍA

Claudia Patricia García Pereira, artista autodidacta. Creadora de cuentos para colgar, en donde se escriben, bordan y cosen historias que nacen de todas las vivencias inspiradas en la música, poesía y naturaleza para crear personajes y escenarios que vuelan, flotan y cuelgan de diferentes soportes narrando relatos imaginarios.
Son cuentos y poesías que dejan las ventanas abiertas para que quien se apropie de alguna de ellas, vuelque su imaginación y la continúe, la transforme o invente una nueva a partir de los personajes y ambientes ya creados.
Ha tomado diversos cursos y talleres como dibujo y pintura, serigrafía, batik, creación literaria, narración oral. Es integrante de la Hermandad de la Costura – taller de tradiciones femeninas llevadas a las artes visuales, dirigida por la artista visual María Elena Alvarado Boggio. Siempre está en la búsqueda de nuevos aprendizajes para complementar su desarrollo como autodidacta.
Brinda talleres de escultura suave para crear historias y personajes, dirigido a niños y adultos, tanto grupales como individuales, privados y públicos.
Entrevista: @Urdimbrediciones
Fotografía: Raúl García
Te conocimos por tu proyecto “Los Cuentos para Colgar” ¿Nos puedes contar de dónde nace y qué elementos lo conforman?
Los Cuentos para Colgar nacen de mi deseo por querer transmitir y expresar mi sentir a través del trabajo textil. Por ejemplo, lo que me genera escuchar una canción, descubrir un poema, ver un paisaje, mirar a los árboles o conversar con una persona lo evoco en mi obra. Desde muy pequeña, he explorado y utilizado varias técnicas y materiales. Al paso del tiempo, combinando esa búsqueda con la vida cotidiana, el trabajo y la familia, mi sentir y deseo se fue pronunciando. Fui viendo cada vez con más claridad lo que quería hacer y así llegó esta imagen de los personajes y paisajes flotando, suspendidos, que me generan la sensación de que están yendo hacia algún lugar, viajando, volando y, además, contándonos sobre ellos mismos.
Además, descubrí que esta imagen venía de mi inspiración en el arte de Marc Chagall, a quien durante algún tiempo estudié. Y también se ha ido alimentado de mi conexión con la naturaleza. Por mucho tiempo tuve el privilegio de trabajar en mi taller mirando a través de mi ventana árboles y pájaros, la luz del atardecer, los reflejos de las ramas y, escuchar el canto de los cuculíes, sintiendo todo eso muy cerca.
Un Cuento para Colgar puede tratarse de un solo personaje, pero también puede contener varios y en distintos escenarios, pueden estar acompañados de paisajes, o de algún elemento como la luna, el sol, una nube o un pájaro. Están muy conectados con la naturaleza.
Hay algunos personajes principales y simbólicos que aparecen constantemente en mi trabajo porque siempre están presentes en mi entorno, como en viajes. Estos son los cuculíes, las jardineras y las casitas bordadas. Los cuculíes están inspirados en su melódico canto al atardecer. Las jardineras, que nacieron de la canción La Jardinera de Violeta Parra, son personajes femeninos con alas de pájaro, mariposa u hojas y llevan siempre diversas ramitas entre las manos. Por último, las casitas bordadas que están inspiradas en las notas que tomé cuando leí el libro La Poética del Espacio de Gaston Bachelard.
· Fotografías: Teresa Lay




¿Cómo vas hilvanando un concepto para llegar a transformarlo en un objeto textil que narra?
Cuando aparece un pensamiento con el personaje o la idea – y puede aparecer a cualquier hora y en cualquier lugar – lo escribo en una libreta o lo dibujo ¡depende de cómo llegue! Casi siempre brota con muchas ganas de cristalizarse, así es que busco el momento para desarrollarlo. Me siento en mi taller y si nació de algo escrito, le hago un dibujo o si nació con un dibujo, escribo palabras que lo acompañen. Luego de este proceso, el personaje o paisaje se convierte en moldes de papel vegetal que, además, es un material que me encanta por su transparencia. La imagen viene a mi mente con color, entonces, busco las telas adecuadas para realizarlo. Una vez que la pieza o piezas están terminadas, elijo entre las ramitas (desgastadas por el oleaje del mar) que he ido recibiendo y juntando en el tiempo. Muchas recogidas por mi hermano Juanse en sus paseos por las orillas de las playas de Seattle. Entonces, comienzo a amarrar las piezas a la rama con hilo transparente, creando una composición, una narrativa. Luego, escribo un pequeño verso que hace referencia al objeto, a la historia.
¿Cuáles han sido tus referentes en el mundo de la ilustración?
Creo que mi primer referente es mi abuela materna Esther Del Mar. Ella siempre ha tenido mucha imaginación, es muy creativa. Cuando yo era niña, siempre estaba creando personajes e historias con tela o con papel. Nos cosía muñecos y vestidos y nos contaba historias. Y, junto con nuestro abuelo, nos cantaban canciones con relato.
Con esta pregunta, también recuerdo las ilustraciones de Charo Núñez, artista peruana que se dedicó muchos años a la ilustración infantil. Justamente son las ilustraciones que tuve a la mano cuando era niña, las que estaban en los libros del colegio y en los cuentos peruanos que, además, escribía su mamá Cota Carvallo. Esas ilustraciones se me quedaron grabadas y son fuente de inspiración para mi trabajo.
Por otro lado, las tablas de Sarhua son otro referente para mí por la manera en la que plasman la vida cotidiana pintándola sobre cortes de Molle o Eucalipto con tanta simpleza y belleza a la vez.
También tengo como referente a Violeta Parra y su trayectoria como artista multidisciplinaria y autodidacta. Leer sobre ella y su trabajo me ha inspirado mucho e impulsado a seguir con mi trabajo. Soy una gran admiradora de sus arpilleras.
Mencionaba antes a Marc Chagall, creo que también es un referente junto a Amedeo Modigliani. Son artistas que me acompañan desde mi niñez, con reproducciones que mi mamá enmarcaba y colgada en las paredes de nuestra casa.



Durante tu carrera, has explorado distintos formatos, ¿Cómo fuiste encontrando en la tela, en los planos bordados, un lenguaje capaz de crear pequeños universos y contar a través de la aguja y la poesía?
La tela me gusta por lo variada y versátil que es, por sus diferentes texturas, colores y estampados. Me gusta mucho trabajar con telas con alto contenido de algodón, son más cálidas y la urdiembre y trama muchas veces se siente y se ve más, y eso para mí es poesía. Me encantan estas telas porque puedo darles volumen a mis personajes y a los escenarios combinando telas planas sólidas con otras estampadas o tejidas. Esto le da a mi obra las características que he imaginado. Fui encontrando en la tela el medio con el cual puedo expresar aquello que imagino, tener entre las manos su calidez, el roce de la aguja cuando se dan las puntadas, todo en tanta armonía que muchas veces siento que los personajes nacen solos desde ese acto creador. Disfruto plenamente hacerlo.
¿Existe algún escritor y/o ilustrador al que sigas especialmente con interés?
Hace unos años me encontré con el trabajo de Cecilia Afonso Esteves, una artista argentina que vive en las sierras de Córdoba. Su trabajo es tan delicado y muy ligado a la naturaleza, a la tierra. A través de sus libros conocí los Haikus. Desde la primera vez que vi sus ilustraciones me enamoré de su trabajo y me inspira mucho. Sus libros comencé a armar mi pequeña biblioteca.
¿Qué personaje de la literatura infantil y juvenil le tienes especial cariño y por qué?
Me ha costado pensar en uno en especial. Creo que le tengo especial cariño al Soldadito de Plomo. De este último guardo el primer libro que mi mamá y papá nos compraron, es una edición de Renacimiento con ilustraciones de Adrienne Ségur.
Cuando era niña El Soldadito de Plomo me gustaba mucho por el asombro que sentía al imaginar que los juguetes tomaban vida y mostraban sus sentimientos y anhelos. Y por cómo, a pesar de los defectos y circunstancias, el personaje seguía adelante atravesando todos los eventos desafortunados que vive en el cuento con esperanza.
¿Cómo surgió “Travesía”, tu primera exposición individual?
Travesía surgió de una especie de visión que tuve estando en la duermevela en la camilla de un consultorio. Un sueño en el que viajo acompañada de los personajes que a lo largo del tiempo he creado, estos me alientan a realizar un recorrido. La sorpresa al final del trayecto es que llegamos a la casa de Violeta Parra a través de un camino de tierra húmeda entre enormes árboles. La puerta de su casa estaba entreabierta y sonaban sus melodías. Entré y me invitó a bordar con ella una arpillera.
Cuando desperté, escribí cada detalle de ese sueño. Y luego fueron naciendo los Cuentos para Colgar que lo componían y, como pieza central, la casa de Violeta. Para hacer su casa, investigué mucho sobre donde vivió y en que casas estuvo. Dentro de la casa coloqué dos sillitas hechas de madera y senté en una a Violeta con su guitarra y a mí ayudándola con el bordado. La ventana estaba abierta por lo que se podía ver su interior. El día de la inauguración iluminé el interior de la casa y puse un parlante por el que sonaban canciones de Violeta, ¡era mágica!
La exposición mostraba con Cuentos para Colgar todas las fases del sueño. Todos esos personajes volando, recorriendo conmigo esa Travesía.
· Fotografías: Raúl García




“Árbol de Barrio” y “El libro de las flores amarillas” son libros de tela, construidos en pequeños formatos, que dan cuenta de tu capacidad de observación y tu relación con la naturaleza –uno de los dos contenidos en una diminuta caja– ¿Cómo ha sido trabajar a menor escala?
Me es muy fácil trabajar pequeñas piezas. Es algo que he ido desarrollando espontáneamente. Comencé a bordar diminutos paisajes para los “Relicarios de viajes e historias”, pequeños bordados sujetos por un bastidor de madera para usar como collar. En ellos plasmo detalles de los lugares en los que he estado, desde una cantuta hasta una casita en medio de un valle. Así es como fueron naciendo otros formatos pequeños también, como los libritos. Es un disfrute increíble y me emociona mucho ver cómo van tomando forma y van narrando lo que intento expresar.
· Fotografías: Teresa Lay



El año pasado viajaste al sur de Chile, a participar de un curso de Ilustración Botánica en Chiloé, experiencia que volcaste en paisajes bordados a mano, escenas de un libro de tela que se titula “Vimos un pudú”, ¿Cuéntanos cómo fue el vincularse con aquél entorno?
Recibí tantos estímulos maravillosos esos 10 días en el bosque Chilote, incluso desde el camino saliendo de Santiago. Atravesar el Canal de Chacao, ver lo que hay de una orilla a otra. Y bajarme en el Cruce El Quilar para caminar adentrándome en el bosque. En cada paso que daba me sentía más viva, me sentía parte del bosque.
Senda Darwin, el lugar donde se llevó a cabo el curso, está en medio del bosque. Donde una se pare ve alrededor la belleza de los árboles. El taller estaba diseñado para vivir cada día totalmente conectados con el entorno. Una noche entramos al bosque, había luna llena y el cielo estaba completamente estrellado. Creo que nunca había visto un cielo así de hermoso. Desde el bosque, levantaba la mirada y veía la luz de la luna entre las ramas ¡pura poesía! Nos mantuvimos en silencio unos momentos para escuchar los cantos de las aves y de otros animales. Fue realmente mágico.
Así también, un día, mientras trabajábamos en el laboratorio, vimos a través de la ventana un pudú. Se quedaba quieto comiendo hierba entre los ranúnculos (flor que elegí para investigar en el curso). Esa imagen me quedó grabada. De esa experiencia nació el librito “Vimos un Pudú”, también el Cuento para Colgar “Canal de Chacao” y el “El libro de las flores amarillas”, así como otras piezas que estoy desarrollando. Es uno de los viajes más maravillosos que me ha tocado hacer, fuente de infinita inspiración.
En marzo participaste en la exposición colectiva «Nuevos Alfabetos. La puntada más allá del texto», la hermandad de la costura (curada por María Elena Alvarado B) ¿Cómo fue el proceso de creación detrás del Libro de autor “Estación”?
Desde antes de comenzar a trabajar en el libro estaba pasando por un proceso difícil. De eso se trata Estación. Es un viaje al interior y a mi propia historia. El libro relata una serie de emociones y vivencias desde el presente hacia atrás. Fue un proceso de creación muy intenso y fuerte, pero a la vez hermoso. Salieron de mis recuerdos muchas experiencias increíbles y bellas, así como dolorosas. Desarrollar el libro me tomó varios meses, desde encontrar y recoger el material entre diarios, fotografías, escritos; para luego diseñar cada página y finalmente coserlo. La estructura de las páginas la cosí a máquina, pero todo lo demás está cosido y bordado a mano. Cada puntada sirvió para ir sanando las penas y los dolores por lo que me estaba tocando pasar en ese tiempo. Y es así que con cada proyecto me vuelvo a convencer lo sanador que es el trabajo que hago.
Hay una página dedicada a un viaje que hice a Isla Negra en el año 1988, en el que recogí arena de la playa y la guardé en un diario. Fue emocionante encontrar ese diario luego de 30 años y la arena intacta pegada con cinta adhesiva. Al ver esa página inmediatamente vino el recuerdo de ese momento en Isla Negra y usé la arena para plasmar esa vivencia en el libro, así como el entorno.
· Fotografías: Teresa Lay




Podrías describirnos ¿Cómo es un día en tu taller? ¿Tienes algún proyecto nuevo en el que estés trabajando?
De lunes a viernes dedico las tardes y, a veces, varias horas de la noche para trabajar en mi taller, y los fines de semana casi completamente. Alterno mi trabajo de ilustración textil con un trabajo de oficina, pero tengo un horario que me permite dedicar las tardes a crear y coser.
Generalmente llego a mi casataller y genero el ambiente. Tengo una especie de ritual que consiste en poner un libro distinto cada tarde en un atril, enciendo una vela y pongo música. Luego, me siento y reviso mis apuntes, a veces son de mucho tiempo atrás. Me voy conectando con el momento y así se va generando el espacio para crear.
Si estoy con un proyecto en desarrollo, lo retomo cada tarde. Si hay algo nuevo por hacer, exploro hacia a dónde irá dibujando, escribiendo, leyendo o mirando las telas hasta que se concreta y puedo comenzar. Sin embargo, muchas veces estoy trabajando en más de un proyecto a la vez y eso es muy entretenido. Mi mesa se llena de personajes y materiales.
Ahora estoy desarrollando una serie de piezas que componen una exposición sobre mi viaje a Chiloé y la experiencia en el bosque, el curso de Ilustración Botánica y las maravillosas personas que fui conociendo ¡ya tengo el texto escrito!
También publicaré un librillo de Haikus que nació de la exposición Travesía y que ha estado guardado varios años, pero pronto estará impreso.
Por último, nosotras entendemos lo diverso como todo aquello que nos parece distinto a nuestra realidad y entorno. ¿Cómo lo entiendes tú?
Lo diverso es lo variado, lo diferente. Cada uno posee una identidad, lo diverso es aquello distinto a uno, aquello que posee otra identidad. En este sentido, lo diverso es infinito. Encontramos diversidad en las personas, diferentes culturas, personalidades, géneros, religiones, etc. pero, también encontramos lo diverso en la flora, la fauna, en el universo. Considero que, al ser conscientes de la diversidad, en sus distintas maneras, uno debe estar agradecido de que esto nos rodee y siempre respetarlo.
Conoce más de su trabajo aquí: http://pristinocuentosparacolgar.blogspot.com
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