#CONOZCAMOS A VILMA VERDEJO
Vilma Verdejo es actriz, cuentacuentos y mediadora de lectura con vasta experiencia en el arte de la cuentería para niños, jóvenes y adultos. Ha dictado talleres, promoción literaria, cursos y workshop en universidades, colegios, empresas e instituciones sociales.
Creadora del Taller “Animando a Leer” en el Centro de Estudios Troquel de Fundación La Fuente y el Workshop “Storytelling para proyectos de diseño” en la Universidad de Chile.
Desde 2012 trabaja para la Fundación La Fuente en el proyecto Biblioteca Viva como Mediadora de Lectura.
Como actriz ha participado en diversos montajes teatrales para público adulto e infantil y también ha trabajado en series de Televisión (“El Reemplazante”, “Casa de Angelis”, “12 días”, etc.) y en Cine (“Diarios de Motocicleta” de Walter Salles y “La lección de pintura” de Pablo Perelman, entre otros.)
Entrevista: @Urdimbrediciones
Estudiaste diseño en la misma Universidad que nosotras, luego te fuiste acercando al mundo de las artes escénicas y estudiaste teatro ¿Cómo se fue dando este camino?
Así es, cuando estaba en segundo año en la Escuela, ingresé al grupo de teatro de la Universidad con quienes realizamos trabajos muy interesantes. Estuve dos años, luego el grupo se disolvió. Cuando estaba preparando mi proyecto de título, una ex compañera del grupo me invitó a audicionar para un personaje en la compañía de teatro en la que ella estaba y quedé. Allí conocí al gran actor y director de teatro Juan Edmundo González y me enamoré definitivamente de este arte. Con él me formé y armé mi primera compañía de teatro en Valparaíso. Junto a ellos montamos teatro chileno y universal y también nuestras propias creaciones colectivas gracias a proyectos adjudicados. Y a pesar de que me titulé y realicé algunos trabajos independientes como diseñadora, finalmente escogí el camino de la actuación.
¿Cuándo decidiste dedicarte también al arte de contar historias?
Empecé en este camino casi por casualidad. Una amiga actriz me pidió un día hace ya 18 años, que la acompañara a contar un cuento a una biblioteca. Contamos la historia junto a imágenes del libro que eran proyectadas en una pared. Entre las dos lo contamos e hicimos intervenir a los niños y niñas en la historia. Esa experiencia me encantó, la repetimos un par de veces y luego seguí sola y empecé a buscar y preparar nuevas historias y a hacer funciones en colegios y jardines infantiles. Entonces descubrí que el contar historias era un espacio de comunicación único y muy valioso. Y que yo lo pasaba muy bien y que el público, sobre todo los niños y niñas también disfrutaban conmigo en las funciones y decidí tomar también este camino de ser cuentacuentos.
Así, empecé a realizar funciones en distintos lugares y para distintas edades y públicos.
También tuve la oportunidad de aprender de la experiencia de diferentes maestros en un Taller de Canta-historias que se realizó en Nicaragua a través de la EITALC (Escuela Internacional de teatro de Latinoamérica y del Caribe).
En ese taller, realizamos creaciones de historias en base a un tema específico y usábamos la música como herramienta fundamental en la presentación de la historia. Fue una experiencia muy visionaria de lo que es hoy mi búsqueda en el arte de contar cuentos.
¿Cómo has ido complementando el teatro con ser cuentacuentos?
Se ha dado naturalmente. Soy actriz y el teatro es para mí una plataforma de trabajo como también lo es el mundo audiovisual y el ser cuentacuentos es también una plataforma que utilizo como actriz, pero bajo otros códigos, los de la narración. Al narrar, el cuerpo y la voz están al servicio de la historia. En el teatro, el cuerpo y la voz están al servicio de un personaje, de su emoción.
¿Qué historia te ha significado un mayor desafío para contar, ya sea, desde la creación del espacio, el tiempo narrativo, las voces, los personajes o la interpretación en general?
El mayor desafío hasta el momento, fue un encargo de una editorial con la que yo trabajaba: hacer una función de cuentacuentos para el lanzamiento de un libro, en la desaparecida Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Providencia.
El libro tenía muy pocas palabras y también incluía onomatopeyas que decían los personajes de la historia y que se leían como ruidos o sonidos. Entonces el desafío era, convertir esos ruidos y sonidos en información atractiva de observar y escuchar y lograr armar un relato más o menos comprensible, ¡pero no sabía como iba a resultar!
Felizmente funcionó muy bien y el público participó activamente, aunque confieso que mis hijas iban de palo blanco por si no resultaba mucho.
¿Cómo vas construyendo las imágenes cuando preparas una historia?
Lo primero que hago es leer la historia un par de veces y luego estudiarla muy bien para aprenderla y descubrir cuáles son los momentos y las situaciones más importantes. Luego, si la historia es de un libro ilustrado o un álbum, también estudio esas imágenes: las formas, los colores, el tamaño, el trazo, etc. y las emociones que afloran al observarlas.
De esta manera, el relato va jugando entre la palabra y la representación de las imágenes escogidas.
Ahora, si la historia no tiene ilustraciones, me fijo en la descripción que hace el autor de personajes o paisajes y construyo mis propias imágenes.
Para aquello, utilizo herramientas teatrales que son el cuerpo y la voz para dar vida a paisajes y personajes, y también el uso del espacio como recurso escénico para lograr transmitir las imágenes seleccionadas para contar la historia.
¿Cómo es tu relación con los objetos a la hora de pensar un cuento?
En general, no uso objetos al contar historias. Me gusta más hacerlo sin tantas distracciones y sin tanto adorno pues creo que lo más importante es el acto de contar, simplemente. Pero a veces utilizo un títere o instrumento musical que me ayuda a conquistar al público, sobre todo si es muy masivo y también me sirve para potenciar ciertos momentos de la historia, principalmente cuando la audiencia es muy pequeñita y necesita más estímulos para mantener la atención.
¿Te ha tocado experimentar con otras formas de contar?
Aún no. Me encantaría contar cuentos con lengua de señas. Es un desafío pendiente.
¿Cuál es tu mayor objetivo al narrar?
Lograr que el público viaje en la historia conmigo, que se emocione, que se entretenga.
¿Crees que el escuchar historias desde la primera infancia es, sin duda, el punto de partida para acercar a las y los niños con los libros y la lectura?
Por supuesto, el acto de escuchar, de sentir las palabras, la voz materna y de los cercanos al contar cuentos o leerlos genera una instancia de placer muy importante en los niños y niñas. Y es sin duda, punto de partida para acercarles los libros.
Sin embargo, creo que es una labor que los padres y madres deben practicar con dedicación, para que este acto se transforme en un hábito. Pero a veces, es más fácil pasar a los bebés el celular o la televisión para que se entretengan y así, la competencia con el libro se torna muy difícil. Entonces, hay que continuar llevando a los niños y niñas a escuchar cuentos o contarles cuentos y leerles cuentos en las noches antes de dormir y también acercándolos físicamente con los libros para que sean descubiertos por ellos mismos lo antes posible y así se convierta el tomar un libro, en un acto natural y de disfrute, de juego, de exploración, para transformarse cuando sean más grandes, en el viaje a maravillosos mundos a través de la lectura.
¿Cuál es el cuento favorito, ese en que niños y niñas participan activamente y lo piden una y otra vez?
El cofre volador de H. C. Andersen, ¡un clásico!, en realidad es el favorito mío, no es muy conocido, pero es mi “hit” porque siempre es un éxito. Lo he contado en jardines, en Ferias del Libro, con adultos mayores y hasta en cumpleaños! Y como a mí me gusta que la audiencia participe, en esta historia que tiene magia, amor y suspenso vivimos momentos muy entretenidos con este gran cuento.
También das talleres a adultos, ¿cómo ha sido esta instancia dentro de tu desarrollo como docente?
Ha sido muy interesante. Partí haciendo mi primer Taller de Cuentacuentos en la Biblioteca Municipal de Maipú en le 2005. Fueron 2 años con un grupo maravilloso de personas: profesores, dueñas de casa, estudiantes y adultos mayores. Al terminar se presentaron en un acto municipal y fue muy emocionante.
He seguido haciendo Talleres con diferentes duraciones o de temáticas más específicas de fomento lector como la lectura en voz alta, la narración oral, o de técnicas de animación lectora, como el kamishibai y el teatro de sombras.
El dar talleres es una actividad que me satisface plenamente porque es una instancia de aprendizaje mutuo.
¿En qué proyecto teatral estás ahora?
Estoy muy feliz de volver a trabajar con mis amigos de la Compañía de Teatro de Marionetas Moviendohilos en la obra “El Principito, relatos animados” que es una hermosa adaptación del libro de A. de Saint Exupery. Estamos preparando las funciones del segundo semestre de este año y una gira al norte en el verano.
Y también sigo de gira por distintas regiones del país, con la obra “Las Brutas” del dramaturgo nacional Juan Radrigán, con la Compañía de Teatro La Comarca. En julio haremos 2 funciones en Coelemu.
¿Cuéntanos cuándo y dónde serán tus próximas funciones?
El sábado 26 de julio a las 17:00 horas haré una función en el Espacio Literario de Ñuñoa, que repetiré el 3 de agosto en el mismo horario y mismo lugar. Luego, el 10 agosto a las 12:30 en la librería Una casa de Cartón, en Limache. Estaré contando Gato Negro, Gata Blanca de Silvia Borando, invitada por la editorial Una casa de Cartón.
Por último, nosotras entendemos lo diverso como todo aquello que nos parece distinto a nuestra realidad y entorno. ¿Cómo lo entiendes tú?
Qué nostalgia la pregunta… me acuerdo de taller de primer año.
Entiendo lo diverso como todo lo que es posible en mí y todo lo que falta y es distinto a mí.
Conoce más de su trabajo en su instagram y su web: https://vilmaverde.wixsite.com/vvcuentos