#CONOZCAMOS A JULIANA MUÑOZ TORO

¿Qué hito dentro de tu carrera como periodista, te condujo hacia la escritura?​

Hay una canción que dice “tu amor es un periódico de ayer que nadie quiere ya leer”. Pensé que quería escribir historias que no fueran un periódico de ayer. La crónica y el reportaje se acercaban a eso, pero además quería ponerles color, matices, fantasía. Quería que mis historias fueran un amor romántico que fuera posible leer una y otra vez. Que fueran reales y a la vez una invención.

¿Cómo surgen las ideas que luego son parte de tus ficciones? ¿Cómo delineas la atmósfera y /o escenarios, para encontrar las voces de tus personajes?

Las ideas vienen de lo que vivo, siento, veo y leo. También de lo que sueño. La delineación de atmósferas y personajes también las tomo de la realidad, pero más como una colcha de retazos: tomo una personalidad de este, los ojos de este otro, y el pasado de esta también.

¿Recuerdas algún relato que te hayan leído en voz alta y que haya sido determinante para tu relación con los libros y la escritura? ¿Y quién te contaba de niña esas historias?

Ese relato en voz alta tendría que ser el poema “Agua de bordes lúbricos” de Coral Bracho. Con ese poema entendí lo que decían cuando se referían con el ritmo. Entendí que lo que se escucha también se puede sentir en la boca. Que el sonido es material. Ahora, si nos vamos a mi infancia, esas hermosas historias las relataba mi madre. Ella me hablaba de mitos y leyendas como si fueran eventos del día a día y eso me cambió la vida y mi forma de relacionarme con la literatura.

Si tuvieras que elegir la obra de un autor/a de literatura infantil y juvenil, para acercarla a un lector en formación a la lectura. ¿Cuál sería y por qué?

Toda la obra de Ivar Da Coll. Además de ser un hito en la LIJ colombiana, siento que sus historias demuestran que pueden ser leídas por los más pequeños y por los más grandes también. Cada lectura es única y te transforma.

¿Qué poetas o escritores/as son parte de tus lecturas imprescindibles y qué otras disciplinas artísticas alimentan tu universo creativo?

Son múltiples, pero recomendaré a 8 autores/as colombianos para no perderse: Evelio Rosero, Meira Delmar, Tomás González, Pilar Quintana, María Paz Guerrero, Irene Vasco, María del Sol Peralta y Velia Vidal. Otras disciplinas que me alimentan son por supuesto el cine, la fotografía y la pintura.

Tu primer libro “24 señales para descubrir a un alien”, (Tragaluz Editores, 2017) es una novela ilustrada por Elizabeth Builes ganadora del Tercer concurso de escritura Tragaluz (2016). Que además fue seleccionado por la Biblioteca Juvenil Internacional (Múnich) para ser parte del catálogo White Rivens (2017) ¿Cómo fuiste dando forma a la voz del niño, este narrador que está convencido que su padre tiene un alien dentro? ¿Y cómo fue el diálogo con Elizabeth para complementar visualmente la obra?

A Benjamín lo construí pensando en mi propia voz de cuando era niña, pero también en escucharlo a él, es decir, en pensar que no tenía que ser un niño “perfecto”, sino con ambivalencias, picardías y una sensibilidad única. En este caso la gran artista Elizabeth Builes tuvo libertad total para interpretar a su manera el texto y eso me encantó porque confío plenamente en su talento.

“El vuelo de las jorobadas”, Lazo Libros (2020) ilustrado por Dipacho, es un libro de no ficción. ¿Qué fue lo más desafiante que te supuso este proyecto? ¿Y cómo fuiste matizando entre el lenguaje poético y divulgativo?

Lo más desafiante fue convertir datos “duros” en una historia poética y fluida. Que lo informativo se leyera también como un cuento, sin dejar de ser riguroso. La forma de matizar ambos lenguajes fue con la imaginación: imaginé que iba acompañando a las ballenas en su viaje, mientras les hacía muchas preguntas.

¿Cómo ha sido transitar entre ficciones infantiles (“Mi hermana juana y las ballenas del fin del mundo”, Planeta Lector, 2014); juveniles “La quitapenas”, (Vicens Vives, 2021) y también para grandes lectores como el caso de tu novela “Los últimos días del hambre” (Planeta, 2018) para dar cuerpo a esa diversidad de puntos de vista dentro de tu narrativa?

A veces es difícil salirme del universo infantil para intentar explorar más el mundo adulto. En últimas, pienso que la literatura es una sola (no infantil vs. adulta) y que quiero expresar lo mejor posible una idea. A veces es por medio del humor e imaginación infantil, y otras, por medio del análisis y la melancolía más de un adulto.

Cuando se explora los límites del libro, ocurre un acto de magia, “A la sombra de un naranjo”, (Tragaluz editores, 2020) es un libro como un papiro antiguo, que se desenrolla. Ese gesto tan particular, hace que el formato sea parte de la historia que se narra. ¿Cómo surge la relación con las ilustraciones de Mohammad Barrangi y de la decisión editorial de ahondar en este soporte?

Fue hermoso crear la historia a partir de las imágenes. Me dediqué a estudiarlas, a preguntarles cosas, a pensar mucho en el tema. Hasta que poco a poco todo fue cobrando sentido y, lo más importante: relacionándose con mi propia vida. Es decir, me pude sentir identificada con personajes que claramente eran imaginarios y de Persia, ya que hay cosas que seguimos compartiendo sin importar el tiempo o el lugar en el que vivamos como la familia, la naturaleza y las ganas de salvar a alguien. La decisión editorial de convertir esta historia en un libro/papiro fue muy acertada porque fue volver al primer libro, a crear un puente entre el tiempo presente y el pasado. En saber que las buenas historias perduran.

¿Cómo se vincula el bordado dentro de tus procesos creativos?

Bordo para decir lo que las palabras no alcanzan. Para esconder entre el hilo algunos pensamientos. Para resolver en imágenes un sentimiento, es decir, para materializar mis emociones. Y todo esto es un solo proceso creativo junto con la escritura, pues ser trata de crear. No importa con qué lenguaje, pero crear a partir del mundo que me rodea y cómo lo percibo.

¿Qué libros relacionarías con los siguientes conceptos: viento, miedo, naturaleza, verso y memoria?

Viento: Mil orejas (Tragaluz Editores, 2014) de Pilar Gutiérrez Llano, ilustrado por Samuel Castaño Mesa.

Miedo: Tengo miedo (Editorial Babel, 2012) de Ivar Da Coll.

Naturaleza: Las malas (Tusquets Editores, 2020) de Camila Sosa.

Verso: Lengua erótica – Antología poética para hacer el amor (Villega Editores, 2004) de Juan Gustavo Cobo.

Memoria: La nieta del señor Linh (Editorial Salamandra, 2021) de Philiphe Claudel.